Otra vez vengo con excusas, no he tenido mucho tiempo para escribir en el blog. Pero los últimos dos meses han sido…bastantes intensos. Estuve en mi casa, con mi familia unas dos semanas y esto para mi significa cargar las pilas. Siempre que voy a mi casa parece que voy a otro mundo, todos mis problemas y miedos se quedan en España y allí solo disfruto de mi familia, de los recuerdos de mi infancia…vamos, mi felicidad del otro lado de la frontera. También gasto toda esta energía acumulada en mi sobrina de unos dos años, pero bueno, recibo a cambio otro tipo de energía, de esa con muchos besitos y risas.
Y una vez llena de toda esta energía positiva he vuelto al instituto. ¿Os acordáis que hice unas prácticas en un instituto? Bueno, esas fueron solo unas pequeñas prácticas, llamémoslos de introducción al mundo de la enseñanza. Ahora tuve más tiempo para conocer los alumnos y para dar clases “de verdad”. He dado clases a alumnos de Bachillerato, de FP grado medio y superior y….me encantaaa. Las palabras se quedan cortas para escribir esta experiencia. Era pura felicidad: me despertaba por la mañana y solo de pensar en las clases que iba a dar empezaba a notar ese cosquilleo en el estómago. Pero no eran nervios, sino excitación por estar ya allí y compartir con ellos todo lo que sé…o no sé y aprender de ellos. Y tuve los mejores alumnos: participaban, debatían, hacían alguna bromita. No me lo podía creer…Y solo he sido yo misma, transmitiéndoles los conocimientos previstos en el curriculum y contándoles de vez en cuando mis experiencias o mis anécdotas. Sí, tuve también algunos miedos: qué pensarían de mí, de no tener una profesora española. Pero me aceptaron desde el primer momento. Las sorpresas las tuve al pasar un cuestionario para que me evaluaran y encontré los mejores comentarios: “Vuelve”, “Eres genial”, “Que el instituto te contrate”, “Sigue así”, etc. Sé que también tengo puntos a mejorar, como hablar más fuerte, no ser tan activa toda la clase (algunos lo interpretaban como nerviosismo), pero para esto estaba, para aprender.
También me he dado cuenta de que ser docente no se resume a dar tus clases, sino que tienes que tener una cultura general muy amplia, estar siempre informado de las últimas noticias, dominar las TICs… Ya que esto lo hacíamos sin ser docentes, ahora tiene un valor añadido o la satisfacción de transmitir esos conocimientos en otro contexto.
No me arrepiento de haberme tomado este año sabático para hacer algo diferente. No me arrepiento de haber visto como mi cuenta bancaria quedaba cada vez más vacía. Puede que el dinero se iba por una parte, pero mi vida se ha llenado de más experiencias. Sí, sigue gustándome el comercio exterior, pero no tuve muchas ocasiones de ver a mis clientes felices. No sé, no es lo mismo notar (por teléfono) alguna sonrisa de un cliente que ver las caras de tus “alumnos-clientes” y saber si lo estás haciendo bien, si tienes que cambiar de estrategia, improvisar, innovar… No digo que ya no me gustaría volver a trabajar en el mundo de comercio exterior, es diferente, tiene otros tipos de satisfacciones, pero esta experiencia fue…maravillosa. Creo que he encontrado mi otra “felicidad”. Después de tanto tiempo de buscar mi camino, por fin ya sé lo que me hace feliz: el comercio exterior, la enseñanza. ¿Y si las combino? Una explosión de felicidad…Bueno, ya se verá, prometo seguir contándoles mis batallas y victorias.
Me alegro un montón Ana María! Es tan difícil a veces encontrar esa pasión de la que hablas! Enhorabuena.
Buenas tardes Miguel Angel y gracias. Bueno, de momento sé más o menos lo que me gusta, ahora viene la parte difícil: trabajar de esto. Pero, como siempre, hay que ser optimista.
¿Supongo que tu pasión es el comercio exterior,no?
Un saludo