Otro año que se ha ido, otro calendario que tengo que tirar y sacar uno nuevo (menos mal que he recibido un par, tengo para elegir). Uy…12 meses por delante. ¿Qué será? La verdad es que no tengo planes, este año creo que voy a dejarme llevar. Y esto porque el año pasado lo empecé con muchas cosas en la cabeza y al final acabe…ni yo sé cómo. Así que este fin de año no voy a hacer ningún balance…de hecho casi nunca lo hago. Los que me conocen saben que no soy muy de celebrar estas fechas (la foto es de mi “árbol de navidad”). Para mí son como un descanso para cargar las pilas y empezar volver al trabajo con nuevas ideas y con ganas de hacer mejor las cosas.

Bueno, lo que quiero dejar claro con este post es que no nos obsesionemos con los balances de fin de año, con nuevos planes, con algunas promesas. No hace falta una fecha en el calendario para empezar algo o para hacer planes. El año tiene 365 días, si hoy no sabemos qué camino coger, lo sabremos mañana. Y si no, el día siguiente.

Para mí el fin de año, ese cuando se hacen balances, es el mes de septiembre. Será porque aquí en España el mes de agosto es un mes “lento” y el mes de septiembre empezamos nuevos proyectos, nuevos estudios…vamos, es el mes ideal para cumplir con las típicas promesas de año nuevo. En mi caso, sí que el mes de septiembre (+fin de agosto) lo empecé fuerte: el blog, el máster, nuevos clientes. Desde entonces he conocido personas que me han aportado muchísimo, de las que he aprendido muchísimo y que me han hecho los días más bonitos. Si tengo que hacer algo este fin de año, es agradecer a todas estas personas por entrar en mi vida o por dejarme hacer parte de la suya. A todos vosotros os envío mis mejores deseos, que cada día de 2015 sea mejor que el día anterior.