Hace unos días asistí a una escena que me hizo reflexionar un poco sobre si escribir sobre ello o dejarlo pasar. Y al final he decidido ponerme a escribir y espero no ser muy dura.
Esta semana quería comprarme un libro y como no lo tenían en Fnac (en el centro comercial), tuve que irme a Murcia para buscarlo en las librerías de allí. La buena noticia es que lo encontré, la mala es que asistí a una escena que…no sé cómo interpretarla. Mientras me estaba poniendo la chaqueta al salir del coche, vi un coche aparcando en la zona de minusválidos (estaba en la fila de enfrente mía).Desde el coche bajaron 2 jóvenes “trajeados” y otros dos hombres un poco más mayores, de origen asiático. Uno de estos dos últimos hombres se dio cuenta de que no se podía aparcar allí y le señalo al otro. Acto seguido, en un perfecto inglés, advirtieron al joven que conducía que estaba prohibido aparcar allí. Su respuesta fue “don’t worry, this in Spain we all do it”. Y los hombres dijeron algo en su idioma entre ellos y después se fueron… Pero seguían mirando atrás, no muy convencidos de que en España todos lo hicieran. Y espero que no se hayan quedado con esta imagen porque yo y muchos de los que leen este post no aparcamos en las plazas reservadas para minusválidos y preferimos aparcar un poco más lejos o dejarlo en un parking antes que dejarlo allí. Ya sé que no estaba en el centro de la ciudad, pero tampoco es un motivo para no cumplir las normas. Y mi pregunta es: ¿Con qué imagen se quedaron estos clientes? Porque si fuera yo, la verdad es que mi primer pensamiento sería: si las normas no se cumplen, a saber que normas no van a cumplir cuando tengan que trabajar conmigo.
No sé, puede que sea yo dura, pero cada vez estoy más convencida de que el civismo, la educación, los valores están desapareciendo. Y esto lo estoy notando cada día:
- En la ciudad: la gente aparca mal, muchas veces ocupando dos plazas; se tiran embalajes o cigarrillos en plena calle, a pesar de haber cubos de basura a pocos metros.
- En la universidad: entro en clase y me encuentro restos de bocadillos y botellas vacías encima de las mesas y pañuelos tirados al lado del cubo de basura (y el cubo vacío)
- En la oficina: compañeros hablando muy alto, sin importarles si otros hablan por teléfono con clientes. (Un cliente me preguntó una vez de dónde llamo, de algún bar ¿?).
- En la vivienda: vecinos que taladran a las 11 de la noche, que dan portazos a las tantas de la madrugada, que hablan a gritos a cualquier hora del día…
- En los medios de transporte: ya casi nadie cede el asiento a alguien que de verdad lo necesita, algunos ponen música en el teléfono para que la escuchemos todos…
- En los negocios: al comprar, muchos no dan las gracias, el por favor casi ni existe, no se respetan las cosas, etc.
Menciono que no me estoy limitando solo a España, lo he notado en varios países. Y me pregunto ¿Nos hemos vuelto tan egoístas, ya no nos importa el de al lado? Ya sé que se nos inculca la idea de que vivimos en una sociedad competitiva, que hay que ser duro para llegar lejos, pero esto supone que tengo que pisarte a ti para llegar yo lejos. Si tenemos que adaptarnos a este comportamiento, algo estamos haciendo mal y no quiero imaginarme el futuro que nos espera. Creo que antes de enseñar a nuestros hijos o alumnos como ser buenos profesionales, como triunfar en la vida, tenemos que empezar a enseñarles a ser buenas personas, buenos ciudadanos, a que sean conscientes de que un mundo mejor solo se hace entre todos y solo respetándonos lo podemos conseguir. Pero antes de enseñarles a ellos a ser buenas personas, tenemos que empezar nosotros a cambiar, a ser conscientes de que no estamos solos en el mundo, que no todo gira alrededor de nosotros. Soy consciente de que es muy difícil hacerlo cuando ves que los demás no lo hacen, he conocido muchas veces esa frustración, pero me niego a cambiarme, me niego a renunciar a todos los valores que mis padres me han inculcado.